El papel de Pemex volvió a marcar el rumbo de las finanzas públicas en México, luego de que apoyos extraordinarios a la petrolera influyeran de forma directa en el comportamiento de ingresos y gasto del gobierno federal.
Durante los primeros once meses de 2025, la Secretaría de Hacienda reportó un aumento en los ingresos presupuestarios impulsado por operaciones financieras vinculadas a Pemex. Sin estos apoyos, el crecimiento de los recursos públicos habría sido considerablemente menor, lo que evidencia el peso de la empresa estatal en el balance fiscal.
Además, la estrategia de respaldo financiero a Pemex se alineó con el plan gubernamental de fortalecer a la petrolera como eje energético nacional, aun cuando ello implicó presiones adicionales sobre el gasto público.
Pemex y efecto en los ingresos presupuestarios
Pemex registró ingresos petroleros superiores gracias a la recompra de deuda y a la emisión de bonos realizada por el gobierno federal. Hacienda detalló que estos movimientos se contabilizan como ingresos para la empresa, aunque representan un gasto directo para el erario.
Asimismo, los ingresos petroleros mostraron un aumento anual cuando se consideran los apoyos financieros. Sin estas operaciones, la captación por petróleo reflejó una caída, lo que subraya la dependencia de mecanismos extraordinarios para sostener los resultados de Pemex.
Por otro lado, la recaudación tributaria mantuvo una tendencia al alza, impulsada por una mayor base gravable, controles aduaneros y herramientas digitales de fiscalización. Este desempeño permitió compensar parcialmente el impacto fiscal de los apoyos a la petrolera.
Gasto público y presión fiscal
También, el gasto público aumentó durante el mismo periodo, influido por las transferencias y operaciones financieras destinadas a Pemex. Al excluir estos apoyos, el gasto total mostró una contracción real, según cifras oficiales.
De igual manera, datos difundidos por Hacienda en septiembre de 2025 indicaron que el gasto programable destinado a servicios e infraestructura registró una reducción anual, mientras el gasto no programable creció, un reflejo del costo fiscal de sostener a Pemex.