Elegir entre operar una flota propia o recurrir a terceros ya no es solo una cuestión logística para las empresas mexicanas, sino una estrategia crítica de supervivencia. Actualmente, 82% de las compañías en el país opta por subcontratar el servicio de autotransporte de carga. Esta tendencia se ha consolidado debido a los elevados costos operativos, los riesgos asociados y la persistente escasez de operadores capacitados.
Tercerización logística, la estrategia dominante
La tercerización permite a las organizaciones concentrarse en su negocio principal mientras trasladan la complejidad del transporte a proveedores especializados. Esta dinámica se ha acelerado en sectores como comercio, manufactura y alimentos, donde la puntualidad en la entrega impacta directamente en la competitividad.
Además, los desafíos en infraestructura, inseguridad en las rutas y la inflación acumulada sobre el precio de unidades nuevas y mantenimiento han encarecido aún más el acceso a flotas propias. En consecuencia, las empresas medianas y grandes priorizan esquemas flexibles y alianzas con operadores logísticos que ya cuenten con activos, tecnología y seguros necesarios para cumplir con normativas de movilidad y sostenibilidad.
Autotransporte propio, una opción residual pero estratégica
Por otro lado, entre las compañías que sí gestionan sus propias unidades apenas 18%, la mayoría lo hace en operaciones regionales específicas, donde tener control directo representa una ventaja logística o de imagen. No obstante, incluso estos casos mantienen una parte tercerizada como contingencia operativa.
La complejidad del panorama logístico en México seguirá empujando a más empresas hacia soluciones mixtas. De hecho, tan solo entre agosto y septiembre de 2025, la demanda de operadores certificados creció 9%, evidenciando que el cuello de botella persiste más allá del costo.